Tu texto tiene demasiado enfoque en tus productos y en ti: recuerda que el protagonista es el cliente, sus problemas y los beneficios que busca. No tú, ni tus productos.
Estás siendo pomposo: La pomposidad no tiene sitio en un texto publicitario. En marketing predomina la claridad, el ritmo y la persuasión. No te enrolles con mucho texto, ve directo al grano y tus clientes lo agradecerán.
Estás dando preferencia a los “hechos y estadísticas” antes que a la narrativa: si es cierto que esos datos estadísticos aportan algo de valor para el cliente, busca la manera de integrarlo en tu narración, sin dejar de conectar a nivel emotivo.
No estas reflejando tu personalidad: Tu marca debe ser única, debe tener tu sello propio. Saca todo aquello que te haga único, tu sonrisa, tu humor, tu gracia, tu manera de hablar o de escribir y compártela con el mundo.